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Una de las representantes más icónicas de esa promoción de pornostars nacidas en los 90 que llevaban la vitola de la belleza natural es Anya Olsen. La starlet llegó pisando fuerte haciendo alarde de su fascinante rostro (es guapa a rabiar) y sobre todo por la potencia de su mirada fruto de sus ojazos azules. Por desgracia, su meteórica carrera se ha ido desinflando poco a poco después de dejarse penetrar por partida doble en aquellos tríos de Tushy y Jules Jordan al no tener más ases bajo la manga. A pesar de ser bonita y gozar de juventud carece de curvas. No destaca físicamente y su actitud y desparpajo, aunque sean correctos, son superadas por otras reinas de la cerdería fina. Una lástima que su presencia se esté diluyendo pues durante una época no muy lejana su encanto tan cercano renovaba un panorama que parecía estancado. Recordemos sus mejores momentos.

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