Nuestra emperatriz francesa del porno, Anissa Kate, podría pecar de arrogancia si se le subiera a la cabeza su envidiable palmarés sexual —como una actriz porno europea endiosada que apenas ha tenido rival estos últimos años (solo Amirah Adara o Aletta Ocean llegaron a ensombrecerla) y menosprecia a sus compañeras de oficio. Pero por el tipo de escenas sin pretensiones que últimamente rueda esta gabacha de nariz redondita y ojos ligeramente achinados prorrogará su reinado entrando en ese terreno de la humildad donde el porno vulgar y ramplón es el que corta el bacalao. De ahí que desparrame su carne lujuriosa en sitios tan comerciales como BangBros sin importarle lo más mínimo tener a compañeros tan poco glamurosos como Vlad ni formar parte de una categoría tan alejada del glamcore como es el nicho de las pollas grandes.
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